Molieron con sus padres y sus abuelos, aprendieron el lenguaje del viento y el agua, de un oficio ancestral ya desaparecido, del hambre, el frío y el calor; de las relaciones en el campo y de la esencia de la vida, del
A Francisco Blasco le duele el Guadiana, se le nota en el espejo del alma. Sus ojos caídos y arrugados se empañan y su voz se entrecorta cuando tiene que explicar lo que significa el río para él. Guadiana son noches enteras,